Es sabido que conducir un vehículo bajo los efectos del alcohol es una situación peligrosa, en nuestro blog hemos socializado en numerosas entradas los efectos de una conducción alcoholizada.
El consumo de alcohol se considera una de las principales causas de siniestralidad vial, ya que aún en cantidades mínimas reduce la función psicomotora y la percepción sensorial. Por eso -según datos de la OMS- un conductor alcoholizado tiene 17 VECES MAS RIESGO de estar involucrado en un choque fatal que una persona que maneja sin haber bebido alcohol.
Una de las estrategias de políticas públicas para reducir el impacto del alcohol en la siniestralidad vial es el control de la alcoholemia para los conductores, con el objeto de concientizarlos sobre los peligros de conducir alcoholizados como así también para tratar de reducir los riesgos que supone manejar intoxicado.
En estos controles se verifica si los conductores han bebido alcohol y de ser así, si han superado los límites permitidos por ley: 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre para quienes manejan autos particulares, 0,2 gramos de alcohol por litro de sangre para los que conducen motos y cero para los conductores profesionales (choferes de taxi, colectivos, camiones) y para los conductores principiantes -aquellos que recién obtienen su licencia de conducir durante los dos primeros años-.
Varias voces de especialistas sostienen que los 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre son un límite social y legal pero tiene vinculación "relativa" con la seguridad vial. Las pruebas (realizadas por Seguridad Vial de CESVI) muestran que aún por debajo de los 0,5 grs./lts. se realizan más imprecisiones de maniobra y el tiempo de reacción es menor, si se lo compara con una persona sobria.
En términos culturales es importante proponer el cambio a la llamada tolerancia cero alcohol y bajar del 0,5 es clave para elevar los tiempos de reacción, recuperar movimientos finos y minimizar los riesgos.
De igual modo, las autoridades tienen que saber que los alcoholímetros suelen tener un margen de error y que, a la vez, hay ciertos alimentos que pueden hacer que la persona supere el cero sin tomar: el consumo de aceite de oliva, por ejemplo, puede llevar a un 0,02. Algo similar pasa con los cítricos, algún jarabe o enjuague bucal. Estos supuestos deben estar contemplados. No se debe tomar nada antes de conducir pero que no se consuma alcohol no quiere decir que el alcoholímetro vaya a marcar cero. El absoluto no existe.
En este contexto una estrategia interventiva eficaz sería bajar del 0,5 pero a 0,2 grs./lts. Suecia es un buen ejemplo de ello: tiene tolerancia cero pero la legislación dice 0,2. Asimismo hay que prestar atención al testeo: en Finlandia, donde funcionan mejor en este tema, tienen un 0,5 de límite pero generan 30 controles cada 100 habitantes por año. En Argentina se realizan 4 controles cada 100 habitantes por año en CABA, que es el lugar de nuestro país en el que más se verifica el consumo a conductores. La clave está en esto: sumar pruebas de alcoholemia y que se hagan en lugares oportunos como boliches y restaurantes.
En nuestro país necesitamos unificar la normativa respecto de los niveles de alcohol en sangre; por informes de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) actualmente en 6 provincias (Córdoba, La Rioja, Salta, Neuquén, Tucumán y Entre Ríos) hay TOLERANCIA CERO.
Otra de las estrategias promotoras de salud tiene que ver con el "bolsillo" de los conductores; cuanto más altas se prevean para los infractores los montos de las multas; cuanto menos se flexibilice otras herramientas punitivas -la inhabilitación para conducir o quita de licencia; el arresto (en los casos de reincidencia o resistencia a realizar la prueba) y también la concurrencia a cursos especiales de educación vial- seguramente mayor será el cumplimiento de las leyes. En este mismo sentido se inscriben estrategias vinculadas con el agravamiento de la condena según el porcentaje etílico detectado al infractor.
En Argentina el 54% de las muertes por sucesos viales ocurren en menores de 35 años -que es la franja etaria donde hay una mayor incidencia de consumo alcohólico-. Nuestros jóvenes mueren más por accidentes ocurridos en rutas y calles que por enfermedades, a lo largo y ancho del país.
Las conductas de riesgo que adoptan los jóvenes en relación con la conducción alcoholizada tiene que ver con un erróneo sistema de creencias: el problema del alcohol al volante no aparece espontáneamente como una preocupación para ellos. De igual modo ellos no conciben que la gente pueda conducir mal o de manera imprudente por la intervención del alcohol. El 50% de los jóvenes confiesan que sus amigos pueden conducir alcoholizados a pesar de ser conscientes de que aumente su riesgo de morir en un siniestro vial. El 93% de la personas entre 16 y 29 años saben que beber alcohol y manejar multiplican el riesgo y las oportunidades de participar de un siniestro vial y a pesar de ello, manejan habiendo bebido alcohol.
Otra estrategia respecto de este tema, que adoptan algunas autoridades de aplicación gubernamentales consiste en premiar a los conductores que manejan sobrios, es decir incentivarlos por cumplir la ley, para ello bajo la figura de "conductor responsable" se premia a automovilistas y motociclistas que hayan superado exitosamente el control de alcoholemia; ofreciendo por ejemplo bonificaciones en el pago de la patente en tanto el vehículo se encuentre registrado en la localidad, con la documentación en orden, actualizada y sin infracciones siempre que mantenga la titularidad del mismo durante la duración del programa.
Todos estos tipos de estrategias interventivas que fuimos analizando apuntan a disminuir la siniestralidad vial producida por la conducción alcoholizada, pero también nos interpela sobre el éxito de las campañas preventivas contra el consumo problemático de alcohol y de igual modo nos hace replantear cierta laxitud de las normativas punitivas para quienes en un control de alcoholemia superen los límites permitidos.
Educación preventiva en la curricula escolar, mayores controles, mayor severidad punitiva y tolerancia cero al alcohol son elementos indispensables para revertir una tendencia que nos causa daños irreparables.
Para revertir una tendencia es preciso actuar...
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