miércoles, 31 de octubre de 2018

ADOLESCENCIA Y PREVIAS I

La "cultura de las previas" se ha convertido en un fenómeno intrínseco para nuestros adolescentes, al punto tal que, en muchas ocasiones, logra acaparar un mayor protagonismo en las salidas nocturnas que los bares y boliches bailables. Concurrir a las mismas constituye un ritual de pertenencia cada vez más popular entre los jóvenes, ritual que tiene sus propias reglas y se caracteriza en mayor medida por la presencia de alcohol como elemento infaltable para que una "previa" se precie como tal.
La edad de inicio en el consumo de alcohol ha ido bajando en los últimos años en nuestro país hasta llegar a un promedio ubicado en los 12 años de edad, por lo que no se puede hablar de este fenómeno como univoco, sino que por el contrario, posee características particulares dependiendo del rango etario al que pertenece cada joven.



En los más chicos, por ejemplo, el inicio en el consumo está fuertemente ligado al discurso que en hogar se sostenga sobre el alcohol. En muchas ocasiones los padres "adultescentes" con -¿las mejores intenciones?- incluyen el consumo de alcohol como una experiencia dentro del hogar, ya que consideran que si los chicos comienzan a beber en casa, todo estará mejor controlado y no se incurrirá en excesos. En realidad, este tipo de incursiones tempranas sólo suelen introducir al joven de forma más precoz en estos hábitos y ayudan a conformar el lema “si no está mal beber en casa, tampoco lo estará afuera”. El quid de la cuestión no está entonces en que el joven “aprenda a beber” con sus padres. Lo que debe aprender con ellos son los limites que debe respetar para no hacerse daño a si mismo y a terceros, y cuales son las posibles consecuencias de no respetar esos limites.
A medida que la edad avanza, el consumo de alcohol (y su abuso) está más asociado a conductas de desafío a la autoridad adulta. Estas conductas son prototípicas de la población adolescente, forman parte de su camino a la autonomía, cuestionando las reglas que han respetado por años y construyendo su propia idea de moral. En este punto, muchos padres se encuentran  acorralados por dos presupuestos erróneos:
  • “Debo dejarlo en libertad para que tome sus propias decisiones o no va a madurar”
  • “Si pongo demasiados limites va a comenzar a odiarme”
El primero de estos axiomas, si bien guarda cierta cuota de verdad, esconde una sutileza. La maduración y adquisición de responsabilidades a lo largo de la vida (y no sólo durante la adolescencia) es un proceso extenso y lentamente progresivo,  no un hecho puntual dado de un momento a otro. En este sentido, la libertad que brindamos a los jóvenes debe ser otorgada de forma gradual, de modo que puedan ir adquiriendo capacidades de autocuidado que le permiten valerse por si mismos. Otorgar la absoluta potestad sobre las responsabilidades y consecuencias de sus actos de forma abrupta, en un solo acto, equivale a inundarlos con una maraña de compromisos que difícilmente puedan enfrentar sin perjuicios.
En cuanto al segundo de estos axiomas, está construido sobre cierta tendencia catastrófica e implica una falacia en si mismo. Las conductas de desafío que expresan los adolescentes, como se mencionó antes, es propio de esta etapa. En este punto cabe preguntar a los padres cual es su mayor preocupación: ¿ser populares entre sus hijos? o ¿ser una figura de protección para ellos? Estos dos roles inexorablemente entraran en conflicto. No obstante, presentarse como una figura de autoridad que restringe ciertas conductas de los jóvenes no es sólo deseable, sino que sumamente necesario. La falacia en esta afirmación es entonces doble. No sólo los hijos no dejarán de querer a sus padres por el hecho de que estos pongan límites (aunque si los enfrentaran), sino que además estos limites son una importantes parte de los cuidados que deben otorgarse en este periodo. Preocuparse por la seguridad de los jóvenes demuestra el afecto que se tiene por ellos, y serán los padres que entreguen libertad sin medidas los que realmente estarán abandonando a su suerte a sus hijos.

Ahora bien, no es mi intención en este artículo desarrollar los peligros que el abuso del consumo de alcohol implica para los jóvenes, puesto que los mismos ya han sido ampliamente desarrollados en el blog, resumiré la cuestión aclarando que, dado que el cerebro de los adolescentes aún se encuentra en proceso de maduración en esta etapa, los riesgos pueden ser mayores que en la población adulta, y los mismos van desde daños físicos concretos (como reducción del tamaño del hipocampo y disminución de la corteza prefrontal) a daños observables en la conducta (disminución de la atención, conductas de riesgo sin evaluación del peligro, fallas en la memoria, etc.).



Dos de los grandes peligros que atemorizan en mayor medida a los padres en relación al alcohol son las relaciones sexuales sin cuidado y los accidentes de tránsito.
En cuanto al primero, es necesario asegurarse de que los jóvenes conozcan los riesgos de las relaciones sin precaución. Esto no se reduce (como clásicamente se ha sostenido) a enseñar a usar un método anticonceptivo que impida embarazos e infecciones de transmisión sexual. La educación al respecto debe implicar además premisas como el respeto por el otro u otra, principalmente saber discernir cuando el partner sexual está en condiciones de consensuar el encuentro. Debe además incluir, por ejemplo, información sobre pasos a seguir si el método de protección falla.
Por otro lado, los jóvenes deberían saber que, a nivel fisiológico, el alcohol en exceso y el sexo no hacen buena pareja (entre otros fenómenos, puede dificultar la erección en los hombres).
La información es lo que ayuda realmente a los jóvenes a elegir libremente y los protege de los riesgos en este aspecto.
Respecto del manejo de autos, los padres deben establecer normas claras y firmes en torno a este punto. Un joven que ha bebido no debe estar al volante, ya que las funciones cerebrales necesarias para poder manejar correctamente están interferidas por la sustancia, aumentando las probabilidades de accidentes y conductas temerarias.
En cuando a los más jóvenes, los padres pueden comenzar por acordar que uno de los padres del grupo de amigos lleve y traiga a los chicos de las previas. Probablemente habrá protestas, pero en estos primeros intentos pilotos, dichas condiciones pueden funcionar como un mecanismo de control acorde a la edad a partir de las cuales la confianza entre padres e hijos se irá construyendo paulatinamente.
En todo caso, la gran mayoría de las pautas que se puedan mencionar se resumen en una única idea central. Idea que quizás representa el axioma medular de la relación de adultos con sus hijos adolescentes:
La libertad que se brinda a los adolescentes no es un hecho fortuito, ni mucho menos una obligación parental. Es un terreno que se gana en base al cumplimiento de obligaciones. No hay derechos sin obligaciones en el mundo adulto, y después de todo, la libertad que les estamos dando se sustenta en comenzar a reconocerlos como adultos.

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jueves, 18 de octubre de 2018

ALCOHOL Y ADOLESCENCIA: EL ROL DE LOS ADULTOS

Nos habla la realidad, la cantidad de menores de edad que consumen alcohol va en aumento de manera preocupante y nos preocupa más el hecho de que se inician en el alcohol cada vez más a edades más tempranas.

El alcohol en el cuerpo de los chicos SIEMPRE HACE DAÑO. Problemas en el cerebro, deterioro de procesos cognitivos como el aprendizaje y la memoria; inconvenientes hepáticos son sólo algunas de sus nocivas consecuencias corporales. Pero además de estos peligros de la intoxicación; la ingesta de alcohol a edades tempranas provoca perdida de conciencia, trastornos emocionales, cambios en la conducta, embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual, siniestros viales, hechos violentos, peleas y muertes.




¿Por qué nosotros como adultos seguimos sin reaccionar ante esta incontrastable realidad que afecta a nuestros hijos? Debemos involucrarnos todos: mamás, papás, comunicadores sociales, expertos, empresarios y autoridades.

En primer lugar necesitamos HACERNOS CARGO DE NUESTRO PROBLEMA. 
El consumo de alcohol a edades tempranas comienza mayoritariamente en casa. El 52% de los adolescentes en edad escolar participa de las previas y la mitad de ellos mezclan bebidas de alta graduación alcohólica. Los chicos de entre 14 y 17 años tienen la previa como ritual semanal y casi todas las previas se hacen en casas "libres de adultos".





Por eso debemos pasar a la acción: INFORMARNOS, FORMARNOS Y ACTUAR.

Dialogar con nuestros hijos es una herramienta preventiva de gran utilidad. Escucharlos activamente, desde la empatía, en un clima de confianza. Asimismo tenemos que estar en contacto con otros padres y así generar una red de contención.

Otra herramienta valiosa es poner límites convencidos de que lo hacemos para cuidarlos y para protegerlos. Detrás de un "no" hay muchos "si" porque los limites favorecen el desarrollo emocional y la constitución psíquica del adolescente.

La sana libertad de nuestros hijos necesita de nuestra parte respuestas que le permitan desarrollarse plenamente para así generar su mejor versión de ellos mismos.
Con PRESENCIA, AUTORIDAD Y COMPROMISO podremos cambiar esta realidad que nos duele.




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jueves, 11 de octubre de 2018

ADOLESCENTES Y ALCOHOL: PREOCUPARNOS Y OCUPARNOS

Todos los días nos levantamos con una noticia trágica repetida insistentemente  en televisión o en la radio. Noticia que se transforma en un tema que, de tan reiterado, se va invisibilizando.

La diferencia entre tolerancia social  y alarma social parece difusa. De hecho nos preocupan ciertos temas, decimos que  nos alarman,  pero vamos desarrollando una enorme tolerancia  hacia ellos. Uno de esos temas son los accidentes viales y  las escenas violentas que suceden luego de un consumo excesivo de alcohol; situaciones en las que se generan  daños que muchas veces son irreparables provocando dolor y sufrimiento.
Con mucho dolor, hay que asumir, que para el mundo juvenil el alcohol se ha transformado en parte de su paisaje personal y social. De modo tal, que ya nadie se sorprende o “alarma” ante la cantidad de bebida que se compra para una fiesta o una previa




Los datos oficiales, producto de investigaciones  de los Organismos especializados ya no se pueden negar. Aumento del consumo, baja de la edad de inicio, accidentología y violencia
Situaciones que ya conocemos y están instaladas casi como “normales”. Sorprende conocer la cantidad de casos de adolescentes embarazadas que consumen alcohol u otras sustancias. ¿Falta difundir que nacen cada vez más niños con síndrome de abstinencia? Son temas que  se comentan y se critican, pero no se pasa de la preocupación a ocuparse en serio del tema. ¿Es que ya nada nos conmueve?
Pero esto no se circunscribe sólo al mundo juvenil, también de estos hábitos poco saludables participamos los adultos. La diferencia es que, cuanto más temprano empieza el consumo, mayores serán las consecuencias en la salud física, psicológica y social.
La juventud es una etapa de la vida privilegiada, especial  para disfrutar y desarrollar todas las potencialidades de cada persona. Por eso es lamentable que se incite a los jóvenes a hipotecar su futuro entrando en una carrera adictiva. 

Somos los adultos los responsables de pensar cuál es el mundo que les ofrecemos y qué modelos de identificación les proponemos. 
El “marketing” social del alcohol y otras sustancias psicoactivas está en crecimiento permanente. Lo que se considera “abstencionismo” pierde adeptos a favor de la reducción de daño”. Pareciera que cuando no nos podemos hacer cargo de un problema buscamos el atajo que simule una solución.
La Salud Pública está en riesgo, además de la personal y  familiar, todos tenemos algo de qué ocuparnos. Este no es un asunto de especialistas, o por lo menos no sólo de los que nos especializamos en el tema. No esperemos que lo solucione “otro experto”, hagámonos cargo de los que nos toca y empecemos a pensar en términos de PREVENCIÓN. 
Alguien llamó a la prevención la gran olvidada”, de nosotros depende que no se transforme en “la hermanita perdida”.



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jueves, 4 de octubre de 2018

ALCOHOL Y AMISTAD

El consumo de alcohol ha dejado de ser cuestión de paladar o apetencia, al menos entre los jóvenes. Ahora, emborracharse ha pasado a ser una forma de conseguir la aceptación del grupo y mantener los amigos.


La "cultura de la intoxicación" se ha convertido en una norma de la vida social de los jóvenes y ya no se rige por la respuesta a un impulso. Ello se debe a que la embriaguez extrema suele considerarse como una fuente de encanto personal y de afirmación social entre la gente joven, según revelan las entrevistas que realizamos para el estudio los relatos de percances y aventuras relacionadas con el alcohol y se perfilaban como rasgos clave de la identidad social de los jóvenes

Estas nuevas actitudes sociales deberían ser tenidas en cuenta a la hora de desarrollar políticas dirigidas a modificar los hábitos de consumo de alcohol en la juventud. 


  



El consumo de alcohol es una problemática seria para los jóvenes que buscan pertenecer a un cierto grupo de amigos, ya que ahora, emborracharse ha pasado a ser una forma de mantener los amigos y conseguir la aceptación del grupo.
Repetimos es una problemática social muy preocupante: la cultura de la intoxicación ya no se rige por la respuesta a un impulso y se ha convertido en una norma de la vida social de los jóvenes. Ello se debe a que la embriaguez extrema suele considerarse como:
  • una fuente de afirmación social entre la gente joven y
  • una fuente de encanto personal.


A la hora de tomar copas, la influencia del mejor amigovale tanto para los chicos como para las chicas y además ni ellas ni ellos consideran que el alcohol es una sustancia peligrosa. 
El hecho de que los jóvenes cuyos amigos y hermanos beben perciban menos riesgo puede deberse vinculado al ocio de estas figuras de referencia y al patrón de consumo esporádico.
Cuando el que bebe es el padre esto es algo que no sucede. Es más probable que este caso se perciba como más problemático, pues las consecuencias indeseables no se limitan únicamente al espacio de ocio. 
Pero no sólo se trata de alcohol. En general los adolescentes tienen más predisposición a probar otras drogas cuyos modelos ingieren estas bebidas. El consumo viene precedido generalmente del uso de sustancias tóxicas. El proceso habitual siendo alcohol, tabaco, marihuana y otras drogas ilegales.

El Consumo Episódico Excesivo de Alcohol  (CEEA) se ha convertido en un sello distintivo de la amistad, en la esencia del sabor del encuentro.
De nosotros depende no confundir "el sabor del encuentro" con la "Cultura de la Intoxicación".

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26 de JUNIO - LAS PERSONAS PRIMERO

En su   resolución 42/112 , el 7 de diciembre de 1987, la Asamblea General decidió celebrar el 26 de junio el Día Internacional de la Lucha ...