¿Cuánto tiempo más los padres adultescentes seguirán consintiendo que sus hijos adolescentes se sumerjan en un mar de alcohol para divertirse?
¿Cuántos accidentes viales más de muchachas y de muchachos ebrios se necesitan para empezar a tomar medidas que eviten lesiones, muertes y discapacidad?
¿Cuántos pibas y pibes se agregarán a lista de espera de trasplante hepático porque sus hígados claudicaron macerados en cerveza, fernet y vodka?
¿Hasta cuándo seguiremos escuchando argumentos falaces y ficticios como "con el alcohol lo pasamos mejor", "con un par de birras de más nos animamos a encarar a la piba que me gusta"; "el alcohol me hace perder la timidez" o "sin alcohol no hay diversión"?
¿Cuándo y cómo las autoridades responsables limitarán la actividad de "delincuentes" que les venden alcohol a cientos de menores de edad?
¿Acaso la industria alcoholera necesita intoxicar hasta el hartazgo a nuestros hijos para mantener sus fuentes de producción y aumentar su rentabilidad?
El consumo problemático de alcohol es sin dudas la mayor epidemia que sufren nuestros adolescentes, muchos de los casos de consumos episódicos excesivos de chicas y chicos son ocultados por sus mismos amigos quienes muchas veces minimizan descomposturas porque no quieren que la fiesta se termine aunque una vida esté en peligro; es por esto que los padres del intoxicado no suelen ser los primeros convocados cuando "su hijo ha tomado hasta volcar"; en esas situaciones las prioridades se confunden y las redes solidarias sucumben porque "la fiesta debe continuar".
¿Cuándo los "padres adultescentes" van a comprender que los innumerables mensajes de sus hijos en las redes sociales son para elegir la "casa liberada de adultos" donde puedan hacer la "previa" sin miradas incómodas? ¿Sabrán esos "padres adultescentes" que el alcohol ingerido de modo brusco y masivo -tomar la mayor cantidad posible en el menor tiempo posible para que "pegue rápido" (el tomar para volcar)- impregna primero el tejido graso y luego llega al hígado? Esto explica porqué las chicas -con mayor porcentaje de tejido graso en su organismo- consumen más alcohol que los varones para poder emborracharse.
¿Cómo esos adolescentes maravillosos, inteligentes y llenos de proyectos -que hablan con sus adultos y comprenden los riesgos- son los mismos que en grupo se pierden en nubes etílicas descontroladas y peligrosas para ellos mismos y para terceros? ¿Saben aquellos "padres adultescentes" que festejan e incluso muchas veces alientan el consumo de alcohol de sus hijos, que consumir al menos una vez a la semana durante un periodo de seis meses los califica como "alcoholicos crónicos"?
¿Cómo puedo enseñarle a las chicas y a los chicos que respeten su cuerpo cuando como adulto consiento un consumo "legal" desde edades tan tempranas como los 12 años?. De hecho coincidiremos en que ningún padre en su sano juicio le va a entregar un arma de fuego a su hijo para que se divierta, sin embargo muchos "padres adultescentes" les entregan dinero para su diversión y en muchos casos les compran a sus hijos lo que beberán.
Como sociedad hemos naturalizado el consumo problemático de alcohol y realmente sorprende y duele la ausencia de perspectiva de muchos "padres adultescentes" respecto del futuro de estas generaciones de adolescentes precozmente alcoholizadas; alarma dolorosamente el sinsentido del descontrol, la tristeza de la naturalización y el silencio de los cómplices. Abruma el desprecio por la vida.
Por eso, este es el momento de dejar de ser adultescente, y establecer límites en aquellos que confunden el sabor de encontrarse con la inmortalidad. Un buen primer paso, desde una sana asimetría, es ocupar el lugar de autoridad, retomar el poder de decirles que no.
¡HOY PUEDE SER UN GRAN DIA PARA EMPEZAR!
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