miércoles, 8 de agosto de 2018

BEBIDA AL NATURAL

El alcohol está entre nosotros: en nuestra mesas familiares, en los eventos con nuestros amigos, está relacionado con nuestras alegrías y también con nuestras tristezas, en la televisión y como consecuencia de esa presencia constante en nuestra sociedad se ha naturalizado su consumo. Que se naturalice su presencia y por ende su consumo se debe a que como comunidad no pensamos al alcohol como una droga; no al menos en el sentido bajo el cual otras drogas son vistas como tales.

El alcohol es una droga ya que afecta a las personas físicamente en distintos aspectos, en su personalidad, en su conducta y las consecuencias de su consumo están científicamente documentadas. Que como sociedad banalicemos su consumo se debe en parte a la influencia masiva de la publicidad quien constantemente nos abarrota con mensajes de que consumir alcohol te hace único, la da sabor a tus encuentros, te hace pasarla bien con tus amigos; es decir el alcohol tiene buena prensa y ese concepto está totalmente incorporado a nuestra cultura. De hecho nosotros tenemos una relación de identidad entre la argentinidad y el alcohol ya que está entre el imaginario de la gente como algo bueno que no hace mal.

No por nada es la droga número 1 (uno) en prevalencia, es decir, la que más consume; desde muy chiquitos, nuestros jóvenes ven que el alcohol está incorporado a la vida familiar, entre sus amigos; "la previa" es imposible hacerla sin alcohol; en los viajes de egresados el que no toma es un ‘tonto’. Y cuando se hace una estadística, es lo que más se toma desde más chicos. La edad de inicio en el alcohol ha bajado de manera considerable: si en los años ’90 era a los 17 años, hoy en día es desde los últimos años de la primaria.








Así es como el alcohol termina incidiendo en la vida de los más chicos ya que no es lo mismo el efecto del alcohol en un cerebro maduro, que ha completado todo su desarrollo, que tiene una personalidad asentada a uno que no sabe bien qué hacer con su vida, para dónde va, que es capaz de poner límites. El adolescente va a estar influenciado por las modas de la época, por la publicidad. Si ves que todo el tiempo te muestran que te divertís tomando alcohol, ¿por qué un chico de 12 años va a pensar distinto?



Además del aporte publicitario como parte de la naturalización de su consumo, también tenemos que añadir la creencia sostenida de que todo hábito relacionado al alcohol “puede ser controlado”. Nadie sabe hasta qué punto va a poder ponerse ese límite. Es engañoso, por la propia sustancia. El alcohol tiene la capacidad de generar la dependencia y la adicción. Es la sustancia en sí. No hay que negar que la sustancia tiene de por sí capacidad de generar la dependencia. Por lo tanto es una falacia que "podes controlarlo" es decir no existe lo que erróneamente se señala como "cultura alcohólica". Muchos muchachos y chicas se han criado con el mito -y de hecho lo han naturalizado- de la cultura alcohólica, en tanto hacen referencia a su potencial control de lo que beben, esto es mentira, una mentira lisa y llana. No confundás "cultura alcohólica" con una "cultura de la intoxicación".







Pero, ¿cómo se da cuenta uno que ese hábito ha comenzado a ser incontrolable? Por lo general los jóvenes pueden dar cuenta de ello principalmente, a través de indicaciones de terceros; cuando alguien lo advierte desde afuera, sean los padres, los amigos o el entorno, es porque empiezan a notar cambios. La primera palabra viene de afuera, viene de alguien que te dice: “me parece que estás tomando mucho”. A partir de ahí, crear la consciencia personal es más difícil. Lo primordial es reconocer el problema, para después pedir ayuda. Cuando uno está pensando mucho en tomar, o en fumar , por ejemplo, y empezás a ver que las conversaciones rondan sobre ello todo el tiempo, es porque eso está ocupando un lugar importante en el día, y es aquí cuando hay un consumo problemático. Cuando los demás ven que se está complicando la vida, te lo advierten: ahí ya no es tan divertido, ya no es tan amoroso, ya no es tan simpático como parecía al principio por el contrario es problemático.

En ese trayecto lo que están alrededor se van dando cuenta de ese pasaje, por eso es fundamental la familia. Esperar a que tu hija/hijo esté dependiente de la sustancia para actuar es un error, hay que empezar antes. Cuando ves que tu hija/o empieza a tomar en exceso, que los fines de semana sale y se emborracha, que está esperando la salida para poder tomar, que se "muere de ganas por previar con sus amigos",  todas esas conductas te van dando la pauta de que esa persona, esa a quien vos amas con toda tu alma, se está enganchando. La manera de intervenir es entender, acompañar y no culpabilizar. Tenés que acompañarla/o, explicarle, estar atento, comunicado. Controlar o vigilar no sirve si no se lo contiene.

Todo consumo es una forma de llenar un vacío existencial. Mucha gente joven no sabe que va a hacer de su vida, no tiene proyectos, no sabe cómo va a salir adelante. Lo importante es tener una red familiar que lo proteja frente a ese estado. UNA RED QUE LO "DESENGANCHE".








¡HOY PUEDE SER UN GRAN DIA PARA EMPEZAR!





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