La
cultura del festejo es algo tan antiguo como la humanidad. El
festejo remite a fiesta, a algo divertido. Lo
que cambia es el modo y las formas de celebrar. Aunque nadie duda de que
festejar es bueno y forma parte de la vida, existe una tendencia actual a "cierta necesidad" de que TODO sea festejable.
La necesidad de festejo es una necesidad básica de la
comunidad. La
fiesta significa un triunfo sobre la adversidad. Es algo pulsional, instintivo; que actúa
como válvula de escape del malestar cultural. El desarrollo cultural
implica una renuncia. La fiesta habilita permisos que en otros contextos no se
podrían dar. Todos nos merecemos festejar la alegría de vivir. Nadie puede
aceptar la abrumadora realidad. Por eso están los refugios como los sueños, la
literatura y la fiesta. La fiesta es, en este sentido, un refugio.
Tras la culminación de la temporada veraniega y el fin de
las vacaciones, cada año se produce el inicio de clases. En el nivel secundario, con jóvenes expectantes, unos por
iniciar un ciclo, otros por continuarlo y los más grandes por cursar el último
año.
Un acto protocolar, la bienvenida de los directivos y a
estudiar… Esto ha sido así durante años.
Pero de un tiempo a esta parte, el
último primer día de clases se ha tornado una fecha muy importante para los
adolescentes, frente al cierre de una etapa y el futuro lleno de sorpresas, incierto
y abierto a nuevas experiencias.
Por eso hay que festejarlo; la idea del festejo consiste en reunirse, disfrazarse, llevar
aerosoles con espuma y cotillón, pintarse la cara y pasar la noche en vela para
llegar a la escuela el Último Primer Día (UPD) de clase sin dormir.
El ritual del UPD es una práctica que se extendió acompañada por el efecto
multiplicador de las redes sociales. No importa que el motivo nos resulte difícil
de explicar. Se trata de “el último primer día”, en el que los estudiantes
secundarios que ingresan al tramo final del ciclo deciden pasar toda la noche
despiertos en “previas”, reuniones entre compañeros o fiestas para luego
asistir a clases sin dormir.
¿En
qué consiste el ritual? previas, música, banderas, bombas de estruendo, cortes de calles
y cursar trasnochados entre otras cosas. Pero también en ese marco de una tendencia, el consumo excesivo de alcohol entre los adolescentes fue ganando terreno hasta imponerse como parte importante del ritual; se trata de festejar desaforadamente la jornada previa al
inicio de clases, bebiendo en exceso alcohol y llegar a la escuela sin dormir., si es que su estado se los permite. Así el UPD se reduce a festejar el final de año antes de que empiece y en medio de ese festejo hay alcohol en exceso.
La celebración no tiene reglas establecidas. Las
posibilidades son variadas: encuentros de compañeros en la casa de algún
voluntario; “juntadas” en un parque o espacio público; festejo en confiterías,
pubs o boliches. Cada grupo define –a través de los contactos por Facebook, Instagram o
Twitter– el lugar y el formato.
Ellos dicen que "Es una forma de empezar a despedirnos de la secundaria. Una
fiesta entre los amigos que estamos por terminar una etapa", y muchos desean que "el UPD dure para siempre"... Quizás porque ese festejo, ese ritual; es el momento suprautilitario de la gran
felicidad, la irrupción inmediata del hombre en un presente eterno donde
desaparecen el pasado y el futuro y se experimenta sólo un presente que
descansa en sí mismo.
Sin embargo, este ritual despierta polémicas, críticas y nuevas preocupaciones por el consumo de alcohol y el
estado en el que algunos chicos llegan a la escuela.
En algunos casos, en el UPD el consumo de alcohol está mas o menos controlado por un grupo de padres. Algunos padres, para tener mayor control, optan por ofrecer
sus casas para el evento. "Es difícil encontrar padres dispuestos a poner
su casa para que los chicos se junten a tomar y salir al colegio tipo murga a
las siete de la mañana tirándose papelitos y espuma o polvos de colores en la
plaza más cercana" afirman muchos adultos; la ingesta de alcohol es supervisada por otros padres
para que "no se descontrolen". "Suena mal y reprobable ser cómplice de eso, pero
no podemos negar la realidad y si lo van a hacer igual, preferimos asesorarlos
y acompañarlos en lugar de prohibir" señalan otros progenitores.
Modestamente considero que esta
decisión de "acompañar" el consumo de alcohol no es positiva ya que muchos padres subestiman el consumo del alcohol en los hijos, creen que es solo
ese día del año escolar o el último, pero no se dan cuenta que el consumo crece
y está instalado, sólo hay que echar un vistazo todos los fines de semanas en las guardias
hospitalarias donde la demanda de adolescentes alcoholizados se incrementa
notoriamente.
Por eso es
importante estimular los hábitos saludables en los padres y en sus hogares. De
lo contrario los chicos no saben cómo cuidarse y cuando salen repiten las
conducta que viven sus familias que son de poco cuidado. Tenemos que construir un discurso de la acción desde nuestra adultez para asumir un rol que muchos padres parecen no querer hacer: el de poner limites a los adolescentes, marcarles un camino y brindarle propuestas de vida saludable y no estar tan preocupados en querer ser "compinches" de sus hijos en la diversión sino mas bien confrontar con ellos para guiarlos en su adolescencia.
El ritual del UPD tambien cuestiona profundamente a la escuela: en muchos casos las instituciones aplican el reglamento de convivencia escolar evitando que los alumnos alcoholizados ingresen, en otros casos acuerdan con las familias y alumnos horarios flexibles de ingreso al establecimiento, o tambien convocando a los padres para que retiren a los alumnos ebrios, y planteando estrategias
para recibir a los chicos en el UPD con el fin de mitigar los efectos de la
noche anterior; aun asi, hoy por hoy, la mayoria de los docentes aceptan al ritual del UPD como algo casi inmodificable.
En un buzón de sugerencias, despues de compartir una charla con un grupo de alumnos del ultimo año de una escuela secundaria, me propusieron concretar “Un UPD sin alcohol”: festejar esta circunstancia de estar ante la jornada previa a
comenzar a cursar el último año de la secundaria pero sin consumir
bebidas alcohólicas; llegar sobrios a la escuela para comenzar las clases. Excelente propuesta que debería ser motivo de un festejo, pero no debería ser ninguna excepción, sino la regla.
Al fin y al cabo vemos como el último año del secundario se ha convertido en una serie
consecutiva de ritos de expiración (presentación del buzo, campera o remera de la promoción; viaje de egresados, UPD) donde llama poderosamente la atención la reacción de
los adultos. Hay un nuevo espacio
para ser ocupado por nosotros: los adultos. Lo que no deberíamos hacer es renunciar a
ocuparlo. Hay que animarse a ocuparlo, nuestros hijos bien valen el esfuerzo. Podriamos empezar creando vinculos mediante hechos cotidianos con nuestros hijos jugando con ellos, dialogando con ellos y escuchándolos con atención.
Alguien me dijo una vez que cuando los chicos sienten que son valiosos para sus
padres, no hacen falta tantos límites...
¡HOY PUEDE SER UN GRAN DIA PARA EMPEZAR!
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