"Aqui escuché cosas para las cuales no estaba preparado, muchas veces vuelvo a mi casa con el dolor de los pibes pegados al guardapolvo", relata el maestro de grado Higinio Chimenti, docente de dos escuelas urbano marginales de Rosario, en los barrios Cabín 9 y Santa Lucía. En sus casi 30 años frente al aula fue testigo de más de 30 chicos muertos, victimas del negocio de la droga, mano de obra barata que los narcos captan en aquellos barrios donde el trabajo es algo en extinción.
Los barrios están gobernados por transas que reclutan a chicos vulnerables, donde ya no hay una familia contenedora, sino desesperada por la falta de un trabajo digno.
“No sé lo que quiero, pero lo quiero ya, es la síntesis de la expectativa del pibe de hoy. Le ponés una película y la avanza, quiere ver el final. Se pierde lo interesante de la vida, la trama. El guardapolvo todavía me protege de la bala de los pibes. Todos alguna vez agarraron de mi mano un alfajor, y los chicos son agradecidos, pero no para la bala de la policía. No tengo escrito mi apellido en el guardapolvo. No todos los gatillos son sicarios de la droga. Hay sicarios dentro de la misma policía”, afirma Chimenti.
“En 2001, con el deterioro económico y los abandonos de padres que no podían sostener una familia y se fueron, comenzó el problema. Aparecen los manotazos de ahogado, aparecen los ‘visionarios’ que en estos barrios ven el caldo de cultivo para la mano de obra barata, que es lo que hay en la periferia. El negocio no es vender falopa a los pobres, que provee el 90 por ciento de la mano de obra del negocio. Los que están en ese negocio buscan un perfil que lo encuentran en la marginalidad. La mano de obra barata, la no pensante, se encuentra en la marginalidad, en los pliegues donde la sociedad no mira. Hoy vivimos en una comunidad que desconoce a sus vecinos y lo puede matar. Pasamos a lo pre humano, ese ser que toma todo lo que está a su alrededor como su propiedad o su enemigo. O lo conquista o lo destruye, hemos vuelto a eso.”
En 2001 Ángel Pelozzo, de 14 años, alumno de Cabín, se ahorcó porque no podía manejar el consumo de drogas. "Los que se suicidan también son víctimas de las drogas, debía el reparto, se lo aspiró él. Siempre me culpé por no haber hecho algo más. El último, el 6 de enero pasado, en la plaza que está frente al establecimiento educativo, Miguelito Cabañas, a punto de cumplir 15, fue degollado con el vidrio de una botella por otro adolescente que disputaban territorio", narró.
Higinio recuerda cada chico que murió castigado por el mundo que rodea al narco. Siempre acompañó a las familias vestido con su guardapolvo a cada entierro: “Los cortejos son muy pobres, van en carros hasta el cementerio La Piedad. He ido parado en un carro al que adornan con cintas y globos. También en un camión volcador. Siempre llevo en los bolsillos del guardapolvo unas bolitas y las dejo junto al cajón para que sigan jugando en el cielo.”
Es, en esencia un héroe sin capa. Escucha a sus alumnos, juega en el patio con ellos, a las bolitas, por supuesto, y también les enseña a hacer avioncitos de papel. El futbol no puede faltar y se improvisa una pelota con viejas medias. Lleva tres décadas de enseñanza ante la adversidad. “Me gusta enseñar, el desafío que los chicos puedan aprender, no pongo en juego otra cosa. Me gusta romper el prejuicio del desconocimiento y hacer de todo una situación de aprendizaje, en la polémica, en el disenso. Después de tantos años de oficio, tengo en claro cuáles son los escalones a vencer, la altura del escalón, que la dificultad no sea invencible, pero que implique un aprendizaje, que tenga una dificultad y esa construcción de conocimiento me sigue desafiando a dar clases ¿Qué se hace en la adversidad ? Enseñar. No creo que el maestro negocie su rol de educador, de enseñar por la adversidad o por el contexto de donde da clases. La escuela da un plato de comida, una chocolatada con una factura; pero los pizarrones están llenos de contenidos, de consignas, de preguntas, de dibujos, de láminas y los cuadernos también: de fechas, de nombres, de cosas para aprender, debatir, discutir. Tal vez desde otro lugar. Pertenezco a una generación que hizo mucha crisis con aquellos de ‘el que sabe es el maestro’".
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