miércoles, 23 de enero de 2019

¿NÚMEROS MAS....NÚMEROS MENOS..? SOBRE RIESGOS Y PLACERES...

En una política pública sobre consumo de drogas, la mayoría de la gente reconoce dos estrategias interventivas: la prevención (que implica educar para que no se consuman) y la asistencia (rehabilitar a los consumidores), sin embargo también hay un grupo que merece la atención y es el constituido por aquellos consumidores de droga que persisten en su práctica

Para este colectivo está diseñada una estrategia -no exenta de resistencia sociocultural y hasta académica- de “reducción de riesgos y de daños” dirigida a minimizar las consecuencias para quien las consume y para terceros; elige minimizar los riesgos y los daños asociados al consumo de los usuarios en lugar de ignorarlos o perseguirlos, sin que esto implique −de ninguna manera− restarle importancia al real peligro asociado al uso de sustancias psicoactivas.

Respecto de las llamadas “drogas legales  tenemos como sociedad bien internalizada lo que significa reducción de daños; por ejemplo no fumar en lugares cerrados y no conducir luego de haber bebido alcohol. Sin embargo en lo que respecta a las llamadas “drogas ilegales” como comunidad nos cuesta bastante incorporar el concepto; y  a lo mejor esto sea un síntoma de que no queremos ver ni aceptar la realidad. Por ejemplo el combo entre las llamadas "fiestas electrónicas" y las drogas sintéticas nos obliga a hablar sin vueltas, puesto que es una obvia ingenuidad pensarlas como espacios con consumo cero. Está en nosotros seguir haciendo de cuenta que no vemos a los consumidores o incorporar las acciones tendientes a minimizar los riesgos de ese consumo que sabemos que existe. 




La implementación de políticas orientadas a la reducción de riesgos y daños exige tener en cuenta las circunstancias individuales y comunitarias de una determinada región, lo que hace imposible que exista una fórmula universal y mágica para su aplicación. Por suerte, eso es algo que se puede resolver llamando a quienes combinan los conocimientos generales con los particulares de la región.

Resulta un poco difícil definir con exactitud el "paradigma de reducción de daños" dado que no se trata de una lista de intervenciones, sino que se debe entender como un conjunto de principios. Algunas de sus características clave consisten en que constituye un enfoque basado en los valores del pragmatismo y el humanismo, que asume que el uso de sustancias psicoactivas es parte de la sociedad y, por lo tanto, resulta fundamental reducir los daños de su uso mediante estrategias que sean costo-efectivas y tengan solidez científica. En el abordaje de la problemática del consumo de sustancias, "la reducción de daños" se encuentra enmarcada en el enfoque de Salud Pública.


No podemos hablar de reducción de daños sin hablar de regulación de las sustancias, y es importante que quede claro que cuando hablamos de “regulación” no estamos haciendo referencia a la “legalización”. Hay una gran diferencia entre ambos conceptos. Mientras la legalización es el proceso por el cual ciertas sustancias cuya producción, comercialización y uso eran ilegales se convierten en legales, la regulación implica la implementación de un claro marco jurídico que norma algunas actividades relacionadas con estas sustancias, y toda actividad que se desarrolle fuera de ese marco no está permitida. Sin embargo, la regulación no implica necesariamente poner legalmente a disposición todas las drogas.

Si bien el enfoque de Salud Pública apunta a una disminución de la demanda de sustancias y de los efectos negativos derivados del uso problemático, las intervenciones de reducción de riesgos y de daños permiten también mermar los impactos sanitarios y sociales de aquellas poblaciones que no son adictas, no poseen un consumo problemático y no están interesadas en la abstención, por lo que dichas estrategias se centran en la educación de los usuarios y en la generación de marcos legales que faciliten y optimicen estos procesos.



Las políticas de reducción de riesgos y daños constituyen, como ya hemos citado, una estrategia de salud pública; es momento de dar un debate serio porque garantiza el acceso a la salud para las personas que usan drogas. En particular, con acciones en contextos recreativos que no debe reducirse a las fiestas electrónicas. No es sólo dar información útil y objetiva, ni contar con zonas de recuperación, ni generar alertas tempranas, ni realizar análisis de sustancias, implica también reglamentar y regular los eventos.

Como prevenir es mejor que curar, en todos los casos las políticas de reducción de riesgos y daños deben darse SIEMPRE en el marco de una muy buena campaña de promoción de hábitos saludables.


¡HOY PUEDE SER UN GRAN DÍA PARA EMPEZAR!







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