domingo, 22 de enero de 2023

FONDOS BLANCOS


Juanjo de 15 años con una cerveza en su mano me dice, entre las risas del resto de su grupo, "todos sabemos lo que es estar abrazados al inodoro vomitando por alcohol" cuando les pregunto si alguna vez abusaron de la bebida; Nacho de 16 años, orgulloso de revolver con un dedo de su mano el vaso de fernet, me redobla la apuesta y  me dice "yo en una noche vomité tres veces y nunca dejé de tomar", de nuevo el grupo explota de la risa. 

A partir de esa confesión el resto del grupo de adolescentes de entre 14 y 17 años empieza a contar las peores locuras que cometió en estado de ebriedad mientras están reunidos en alguna casa libre de adultos para hacer la denominada "previa o preboliche", se encuentran alrededor de una mesa tomando y mezclando diferentes tipos de alcohol. Para tomar más rápido y que el alcohol les "pegue fuerte en el menor tiempo posible" realizan juegos de cartas y otros de memoria y astucia, que se van complejizando aún más al aumentar la cantidad de tragos ingeridos. El que pierde el juego, como prenda o castigo debe ingerir de un solo trago (fondo blanco) un vaso de bebida blanca o de la mezcla en la jarra loca.

En los últimos diez años, el alcohol se ha convertido en el centro de estas reuniones-rituales en las que divertirse es sinónimo de emborracharse. Sus protagonistas nuestros adolescentes y jóvenes, las instalaron como una práctica en la rutina de socialización y diversión de los fines de semana independientemente de los estratos sociales.
Uno de los datos que más nos preocupa a padres y especialistas en abordajes preventivos es que la edad de inicio de consumo de alcohol bajó hasta llegar a los 13 años y a veces menos ya no sólo los jóvenes participan de las previas, sino que también los adolescentes que recién empezaron la secundaria se suman a estos espacios. 
Son numerosos los relevamientos que intentan ponerle cara al fantasma del abuso del alcohol y ahondar en sus causas. Todos llegan a la misma conclusión: los chicos tienen cada vez más acceso a la bebida, a más temprana edad y además tienen una baja percepción del riesgo de beber. El problema no es sólo que los chicos toman siendo púberes -con lo cual el impacto que tiene el alcohol en su cerebro es mucho mayor-, sino también la cantidad que ingieren. Esto genera un fenómeno en el patrón de consumo el "binge drinking" o consumo episódico excesivo de alcohol (CEEA), lo que las muchachas y muchachos dicen "tomar hasta volcar, hasta caer".

Ya no sorprende escuchar a adolescentes contar con qué facilidad consiguen el alcohol en quioscos, supermercados o a través del delivery telefónico o el delivery del whast app, a pesar de que la ley 24788 prohíbe la venta de todo tipo de bebidas alcohólicas a menores de 18 años. 
Las bebidas que más consumen los jóvenes son la cerveza por un tema de costo económico y moda, y luego el fernet, también hay un cambio cultural que llevó a que menores de edad empezaran nuevamente a tomar bebidas blancas, "tomamos todo lo que se pueda comprar me dicen casi al unísono".



En relación a la relación que los jóvenes hacen entre alcohol y diversión sostienen que "toman para divertirse" y en efecto bebiendo pretenden lograr una transformación química, satisfacer   esa necesidad de que la realidad cambie para mí y se convierta en divertida.
Justamente esta cualidad es la que Majo resalta mientras habla con uno de sus amigos de  la previa: "cuando tomás te pones tan divertido", dice; Charly agrega que aunque ése no sea su caso, "muchos amigos no se encaran una mina si no se emborrachan. Lo que sí es verdad que cuando tomás, hablás temas con tus amigos que de otra forma no lo harías, como por ejemplo la historia de vida de cada uno". Josefina, Carla y Nito reafirman "hoy si no hay alcohol los chicos no se divierten. De hecho, si se enteran de que en la fiesta o en el cumpleaños no hay alcohol, no van".
Tanto la publicidad como el imaginario colectivo posicionan el alcohol como elemento indispensable para divertirse y de hecho el alcohol es un problema cuando se convierte en una necesidad para divertirse.  La cultura en la que vivimos del "está todo bien" está basada en la necesidad de los adolescentes de consumir alcohol como forma de anestesia, la propuesta de divertirse se promociona a veces sobre la base de disminuir por vía de la alcoholización la conciencia de la persona. Esta facilitación toma las características de una prótesis social que se instala finalmente como requerimiento inevitable de cualquier encuentro y es la esencia del sabor del encuentro.
Hay una falta de visibilidad del problema a causa de la tolerancia social y la baja percepción del riesgo respecto del alcohol: no se lo ve como algo cuestionable al tema debido a que los padres adultescentes siguen tolerando esta práctica ya que en muchos casos desconocen qué hacen sus hijos durante la noche y cuánto es realmente la cantidad de alcohol que toman. Preocupa enterarse que son los propios padres los que compran el alcohol para acompañar pizzas o empanadas del cumpleaños de su hijo adolescente y también los abastecen de alcohol para sus juntadas en las previas



Sin embargo, el hábito de emborracharse no es una costumbre tan inofensiva como parece (adolescencia, alcohol y diversión), y menos aún en adolescentes que no son lo suficientemente maduros, además del riesgo de muerte por la intoxicación del alcohol también  hay otros riesgos de muertes relacionadas con el estado de ebriedad (jóvenes que manejan alcoholizados); según la Asociación Civil Luchemos por la Vida sobre datos de la morgue judicial, el 50% de los muertos por accidente de tránsito tiene índices de alcoholemia por encima de lo permitido y siguiendo con los riesgos el consumo episódico excesivo de alcohol se asocia a otras conductas riesgosas: incentiva conductas agresivas y las peleas entre los jóvenes,  se encuentra fuertemente asociada con el consumo de otras drogas ilícitas y el riesgo del embarazo adolescente aumenta notablemente dentro de muchas consecuencias nocivas para la salud propia y de terceros. 
Finalmente la previa no fue un preboliche -y ese es un tema que ampliaremos en otra entrada- porque el grupo (dentro del cual pueden estar nuestro hijos, independientemente de sus nombres propios) continúa tomando mientras avanzan las horas; Juanjo arenga a "seguir tomando por 50 horas", mientras el resto de su amigos y amigas se jactan de sacarle provecho a las clases de lengua y literatura cambiándole la letra a la canción de Coti; como decidieron que no irán a bailar siguen descorchando botellas sin darse cuenta que se les caen "sus creencias por el suelo como papeles pisados" junto con sus penas y desvelos, que en efecto el castellano pasa a ser una mezcla de "francés y de arameo", no hay un "Paris desencajado" sino que estarán resacados porque la "propina de la noche" es una resaca fenomenal sin un "sol que les dé la bienvenida". 


Y en lugar de una canción urgente y trasnochada, otra vez, la noche y el alcohol les ganaron la pulseada. A puro fondo blanco.
A pesar de ser legal y socialmente aceptada EL ALCOHOL ES UNA DROGA
Tenemos el desafío de no naturalizar su consumo excesivo ni de minimizar sus riesgos.


¡HOY PUEDE SER UN GRAN DIA PARA EMPEZAR!






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