domingo, 10 de abril de 2022

MARIHUANA....¿INOCUA?

Que es inocua. Que es mejor que fumar tabaco. Que no causa dependencia. Que puede resultar beneficiosa en algunas circunstancias. De la mano de una creciente aceptación social, la marihuana sigue avanzando y es por lejos la sustancia ilegal más consumida. En los últimos siete años, el uso de esta droga se duplicó. Ahora, un nuevo informe aporta otro dato alarmante: en 2017 hubo más pedidos de tratamientos por el efecto del cannabis que por el alcohol y la cocaína.
De acuerdo con las cifras del Observatorio Argentino de Drogas, de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico, unas 118.000 personas buscaron en 2017 ayuda por el abuso de sustancias psicoactivas. Solo la mitad de esos consumidores iniciaron finalmente un tratamiento. El mayor porcentaje de ellos, un 27% (representa 17.000 personas) están haciendo terapias por su dependencia a la marihuana, mientras que el 22,3% recibe asistencia por alcoholismo y un 22,5% por cocaína.
Según el estudio que hicieron los profesionales de la Sedronar, 18 de cada 100 personas que hicieron uso recreativo de la marihuana en el último año manifestaron signos de adicción.
Un dato que preocupa es que del total de 278.000 personas que presentan consumos problemáticos de la sustancia, solo el 6% ingresaron a tratamientos (17.000). Mayormente pidieron ayuda los varones de 18 a 25 años. Las 118.000 personas que buscaron ayuda en 2017 se dirigieron en mayor medida a centros de asistencia supervisados por sectores religiosos (en el 28,4% de los casos), un 23% recurrieron a grupos de Alcohólicos Anónimos y un 19% a comunidades terapéuticas). Los hospitales públicos recibieron el 16% de las consultas.


Muchos plantean que la marihuana no es tan dañina. En comparación con las drogas sintéticas y el paco efectivamente es menos perjudicial, pero no quiere decir que no haga daño en el consumo prolongado.  

El consumo de marihuana se ha naturalizado. Hay eventos, como fiestas e incluso partidos de fútbol, donde ya nadie se sorprende cuando se percibe que alguien está fumando marihuana. Es una droga, además, que se ve en todas las clases sociales. Distintas corrientes se empeñan en decir que es una sustancia que no genera adicción. No es cierto. Nosotros en los barrios vemos chicos que empiezan a muy baja edad a consumirla y fuman hasta 15 porros por día.  
Y aquí trazo una diferencia con el cannabis medicinal, es que la planta de marihuana tiene muchos químicos; uno de ellos se usa con fines terapéuticos. Pero el que se utiliza con fines recreativos es perjudicial. Nada que se fume puede ser bueno. 
Que esté muy naturalizado su consumo se debe, en parte a la enorme facilidad de accesibilidad a esta droga, (de hecho el estudio de la Sedronar muestra que cuatro de cada 10 chicos de 15 a 17 años asegura que recibieron en el último año al menos una oferta para comprar marihuana)  y en parte por la banalización en la percepción del riesgo que implica su consumo: es evidente cómo el incremento en el uso de marihuana se relaciona a la creciente percepción de que esa actividad no implica ningún riesgo para los consumidores, estadísticamente en 2010 el 11,4% de los adolescentes creía que fumar cannabis era inocuo; hoy el 21,3% asegura esto. 


En los periodos de consumo activo puede producir un abandono del interés por las actividades no relacionadas con el consumo y de las actividades escolares. Por otra parte el consumo ocasional o recreacional en personas jóvenes es especialmente peligroso por el riesgo de cronificación del consumo y por las complicaciones psicopatológicas.
El consumo regular de cannabis tiene capacidad de producir cambios conductuales, cognitivos y psicopatológicos  en contexto de abuso o dependencia de esta sustancia.  
Desde la perspectiva psicopatológica a dosis bajas el cannabis produce euforia, risas inadecuadas, sensación de bienestar, sedación, aumento de la autoconfianza, deterioro de la memoria inmediata y de la capacidad de juicio, dificultades para llevar a cabo operaciones mentales complejas, y alteraciones perceptivas. Las percepciones sensoriales cambian: aparece sensación de relajación, de flotar y transformación de la percepción temporal. Es muy frecuente el enlentecimiento de la percepción del tiempo. 
A dosis medias se presentan cambios en la vigilancia, concentración, memoria y de las actividades psicomotoras. Puede aparecer ansiedad, disforia o retraimiento social. También es frecuente la aparición de síntomas maniformes.
 A dosis muy altas puede producir síntomas de desrealización y despersonalización, alucinaciones visuales, suspicacia e incluso ideación paranoide transitoria.  
La sobredosis de cannabis no es mortal, cuando el consumo es exclusivo de esta sustancia. Cursa con  taquicardia, ataxia, temblor, labilidad afectiva, y aumentos súbitos de la ansiedad. En ocasiones la sintomatología puede llegar a ser como una crisis de angustia, similar a los ataques de pánico. La persona esta desorientada témporo-espacialmente y en los casos más graves se producirá un delirium, en este estado se han demostrado en numerosos estudios déficits neuropsicológicos.
El hecho de que el inicio del consumo se produzca a edades cada vez más precoces supone una perspectiva cronológica desfavorecedora/favorecedora en relación al potencial desadaptador de la sustancia, que se potencia cuanto mayor es la vulnerabilidad del sujeto.  
También el consumo de cannabis se ha asociado al consumo simultáneo de otras drogas, especialmente de alcohol y tabaco y de incremento del riesgo del posterior consumo de otras drogas, denominado “fenómeno de escalada” y del policonsumo. Este fenómeno se ha relacionado con la vulnerabilidad genética común al consumo de las distintas drogas, la disminución de la percepción de riesgo de uso de drogas y el incremento del riesgo del uso al estar en contacto con los circuitos de distribución de otras drogas.  Aunque no es la sustancia que más emergencia causa, como el alcohol y el paco, sin embargo, suele ser la sustancia en la que hoy se inician muchos niños, adolescentes y jóvenes que luego se vuelven policonsumidores.
Lo primero que se ve en el consumo crónico es el daño que causa en los bronquios, los usuarios de esta droga tienen muchos problemas respiratorios;  es una droga que, como muchas otras, provoca un aparente estado de bienestar porque actúa sobre el sistema de recompensa del cerebro. Este, al ser estimulado, pide más. 
Los adictos a la marihuana muestran gran apatía; no tienen motivación para salir, te miran con los ojos vacíos, y entre los otros efectos que puede tener esta droga, además del compromiso respiratorio, merecen citarse: el compromiso en la habilidad motora, la retención urinaria con el riesgo de sufrir infecciones, el hecho de que te aumenta la presión arterial cuando estás durmiendo y te la baja cuando uno se incorpora, provoca flashback (re-experimentas alteraciones  sensoperceptivas sin que exista consumo reciente), la persona se asusta y puede sufrir ataque de pánico y disminuye la memoria a corto plazo. Si bien al comienzo causa relajación, con el tiempo aumenta la ansiedad. Muchos consumidores pierden la imagen corporal y lo más peligroso, lo más temido, es la famosa despersonalización, llamada la psicosis de la marihuana, un trastorno de personalidad.






Al fin y al cabo no es tan inocua como nos quieren hacer creer.
NO PODEMOS NATURALIZAR EL CONSUMO DE MARIHUANA.


¡HOY PUEDE SER UN BUEN DÍA PARA EMPEZAR!


Tus dudas e inquietudes las respondemos en:
primerpreventor2014@gmail.com
www.facebook.com/primer.preventor.9
www.facebook.com/primerpreventorok


26 de JUNIO - LAS PERSONAS PRIMERO

En su   resolución 42/112 , el 7 de diciembre de 1987, la Asamblea General decidió celebrar el 26 de junio el Día Internacional de la Lucha ...