Un ambiente familiar permisivo, la falta de control por parte de los padres, la percepción de bajo riesgo de los adolescentes, la baja autoestima y la autoeficacia, así como el aumento del consumo excesivo de alcohol en las niñas como parte de la desaparición de la brecha de género, emergen como factores de riesgo de ingesta excesiva de alcohol en adolescentes.
Tanto la ingesta excesiva como el consumo episódico excesivo de alcohol (CEEA) son responsables de múltiples consecuencias adversas a largo y a corto plazo, que afectan el desarrollo neurocognitivo, provocan lesiones físicas y alteraciones sociales en los adolescentes. Además, este comportamiento en adolescentes se ha asociado con accidentes de tráfico, violencia, delincuencia, enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados, fracaso escolar, enfermedades mentales, diversos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares, daño hepático y adicción.
Los principales factores asociados a este comportamiento conocido como «binge drinking» (BD) en la adolescencia son: la edad (a mayor edad del adolescente, mayor consumo), la facilidad en el acceso al alcohol por parte de la familia (a mayor disponibilidad familiar - papás o mamás le dan más dinero para gastos a sus hijos o directamente le compran las bebidas alcohólicas -mayor consumo) y el consumo de alcohol de la familia (a mayor frecuencia de consumo de alcohol de padres y hermanos, mayor consumo del adolescente).
Es importante tener en cuenta estos factores para poder ejecutar estrategias interventivas preventivas de abordaje con el fin de reducir el consumo episódico excesivo de alcohol en nuestros adolescentes.
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